05 mayo 2011

Éxodo

[…]
Son cinco ya los días desde que partimos…

El Sol se empieza a esconder por el horizonte y debemos buscar algún lugar seguro para cuando llegue la noche.
Divisamos un sendero oculto entre el espeso ramaje que nos vigila, a su lejanía solo vemos niebla, pero decidimos agarrarnos a la idea de buscar un sitio tras ese camino. No queremos volver atrás…
El ambiente es terrorífico, hay un aura oscura que lo impregna todo de incertidumbre y, por si fuera poco, esa sensación de miedo e inseguridad que me hace tiritar no se va…
Preferiría quedarme quieto y esperar a que todo acabara, como si todo esto no hubiera ocurrido, como si estuviéramos en una pesadilla horrible y punto. Pero no lo es. Debemos avanzar.

Esa maldita neblina no hace sino aumentar mi pánico. Alice me agarra del brazo, y cada vez más fuerte, y me asusta cada vez más. Creo que pensamos lo mismo, que debemos hacer de tripas corazón y enfrentarnos a nuestros miedos. Saldremos de ésta. Te lo juro.


Tras unos eternos minutos, escapamos de ese enemigo en forma de nube que nos abrazaba de forma tan maliciosa, privándonos de una buena visión y confundiendo nuestros sentidos.
A lo alto de un monte, Alice divisa una casa. Parece un albergue para montañistas. No vamos a dudar ni un solo segundo en ir a cobijarnos de la oscuridad que empieza a acechar el raso cielo…

Voy a entrar yo primero, Alice se queda vigilando por si acaso.
Huele a muerto, ese olor que no he podido quitarme aún de la cabeza y me aterra en todo momento. Pero tendría suerte si solo fuera ese hedor lo que me paralizó al entrar…
Todo lo que hay aquí dentro está desordenado, olvidado e impregnado de sangre. La mesa y las sillas, tumbadas, y los cuadros y papeles, rotos y desgarrados. Todo con esa asquerosa capa de sangre seca y maloliente. Incluso de las paredes brota el color rojo. Voy a intentar vencer el miedo y dar unos pasos. Debo comprobar que la casa es segura…

Ni tres pasos y mis nervios ya han hecho que tumbe un jarrón, ¡maldita sea!, lo único que no está destrozado y me lo cargo…
Espera, esto no me gusta. Alguien me ha oído. Joder, estoy muerto…
Se acerca. Los pasos son fuertes y a destiempo, seguro que no es humano, debo recular sin hacer ruido…
No tarda mucho en aparecer por el marco de una puerta al fondo del pasillo. Efectivamente, no es humano. Su cara está desfigurada, la puedo distinguir desde mi lejana posición. Sus ropas están quemadas y ensangrentadas. Nos tocará correr otra vez.

Un paso hacia atrás, lento… otro… y echo a correr.  “¡Alice!”, grito saliendo del portal de ese albergue. La encuentro asustada justo al salir, con la mirada puesta en el ser que empezaba a perseguirnos desde dentro. La agarro del brazo y salimos por patas.

“No mires atrás…” le repetía constantemente, pero era inevitable no mirar. Que orden más hipócrita…
En pocos segundos una horda de zombis se abalanzaba hacia nuestra posición. ¿De dónde demonios salían tantos monstruos de esos…?.

Vamos a sobrevivir, Alice. Te lo juro.
[…]

1 comentario:

  1. Bu! Vengo de hacer unas reformas nada convincentes en mi blog U.U Y toca ronda de coments :P
    Me ha encantado esta entrada, transmite muy bien la tensión del momento y te deja intrigado. ¿Es la guinda de la guía apocalíptica o pondrás más fragmentos? :O

    ResponderEliminar