De mil cuellos sin cuerpo ganó su patria el caballero.
De mil corazones, de mil almas,
y de incontables torturas ganó la gran batalla.
Todo por el honor, su falso trofeo.
A mil yeguas recordarán todavía su nombre,
y a esas mil aún también le temerán.
La peor maldición, el más terrible hombre,
pero de los años vividos hasta las fortunas desistirán.
Pobre será el más honrado de los señores,
y humilde el más afortunado de estos profundos valles.
Pues ni con el oro ni mil legiones
la muerte declina la dirección de sus andares.
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