17 diciembre 2010

La "Felicidad"

¿Cómo podemos creer en un placer divino y eterno sin comprender que hay miles de ellos? Momentáneos y de diferentes gamas e intensidades.
Pequeños “ideales de paraíso” que saltan de alma en alma, sin preferencias, sin la subordinación de cualquier Dios.
Hay tantas delicias inmateriales que no todas pueden ser buenas para todos, algunas podrán herir a ciertos colectivos, de la misma forma otras no te beneficiarían a ti.
¿Cómo podemos depositar esperanzas en una felicidad terrenal si ni siquiera sabemos que nuestra vida sea real? Si ni siquiera sabemos qué hay más allá de ésto, de lo que llamamos “vida”…




Los sueños perecerán a compás con el cuerpo algún día, quedando inertes ambos. Pero podemos hacer que prosperen eternidades si así lo son en tu “alma”, exista o no. Tan solo con que una persona crea en lo que tú, sin haberlo impuesto, ya habrás conseguido lo más difícil del mundo, tus ideas serán inmortales.
Y por eso debemos creer en algo para no despreciar la vida al levantarnos; una cara que nos alegre el día con sólo saludar, un colectivo de ideales, una disciplina…
No nos traerán la verdad ni la felicidad, y tendremos que caer, darnos cuenta de la impotencia, la soledad, la tristeza… pero las pequeñas gotas de sudor que resbalen de nuestro cabello hacia el suelo, cómo una gota de lluvia más, al hacer lo que toda una vida ha creído, al final, debe tener su recompensa.

Quién sabe dónde nos harán ir a caer “los Dioses” que juegan con nosotros, cuando se nos difuminen las esperanzas en las pupilas… pero vamos a gritarles, día tras día que no nos importa ser pecadores paganos, que no los necesitamos para ser “felices”.

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